El reino de Israel, gobernado en ese entonces por Saúl, estaba en guerra con los filisteos. Estos contaban con un líder (gigante) llamado Goliat.
Confiado en su gran fortaleza física, desafió a los ejércitos de Israel durante cuarenta días, a fin de que ellos eligieran a su mejor hombre, quien se enfrentaría a Goliat. Yo fui enviado por mi padre para visitar a mis hermanos que estaban en el campamento, llevarles alimentos e informarles de su condición. Estando allí, escuche el desafío de Goliat. Fue entonces cuando ese líder filisteo me dijo: “… queremos que seáis siervos nuestros” entonces, enojado, fui a combatirlo. El era mucho más grande y fuerte que yo, pero con astucia, agarré una piedra del suelo y con mi gomera le pegue y pude vencerlo.